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Estudios y comentarios sobre la gestión de recursos humanos o de personas, concepto esencial en la mejora de la Administración Pública

Frases de José Mota aplicadas a la eficiencia y los recursos humanos

 Casi siempre de los refranes, chascarrillos y dichos populares podemos sacar importantes enseñanzas, pues como decía mi abuela: “todos los refranes trabajan”. El humorista José Mota, en su programa “La hora de José”, utiliza muchas frases y dichos de nuestra tierra común, la Mancha, que lejos de ser algunas de ellas inventadas para la ocasión, reflejan la idiosincrasia de nuestros mayores y se han utilizado e incluso aún se utilizan hoy en día en nuestros pueblos.  

  Aprovechando el éxito de este programa y la cercanía en el espacio del uso de algunas de estas frases he intentado aplicarlas al objeto de mi estudio sobre la administración y la gestión de recursos humanos, liderazgo, motivación, etc. y por qué no, también en nuestra vida privada.  Desde un punto de vista desenfadado intento aplicar con humor esos dichos y popularizados por Mota a la práctica diaria de nuestras organizaciones. Espero que saquen algo de provecho y se rían un poco. 

 Si de hablar ya hay. Vamos, que se nos va el vino en catas

 No pierdas el tiempo hablando  y actúa, o menos hablar y más actuar. Si bien es necesario crear y planificar proyectos adecuadamente, comunicando, compartiendo ideas, realizando reuniones de equipo, etc. no podemos dedicarnos eternamente a ello. Las reuniones maratonianas, interminables, las que más bien se convierten en ponencias en que uno habla y el resto sólo escucha, no sirven de nada si no se pone en práctica lo aprendido o planeado. Ya vendrá la retroalimentación y la oportunidad de ir mejorando los proyectos, pero hasta que no los pagamos en marcha no conoceremos sus resultados. De hablar, lo justo y necesario. 

 ¿Te has dado cuenta tú también, no?

    Hay personas que hacen cosas arriesgadas, de espaldas a otros o erróneas sin calcular totalmente las consecuencias, o creyendo que el riesgo merece la pena y que nadie se dará cuenta (compañeros, jefes…). Más tarde o más temprano la verdad sale a la luz por una u otra circunstancia. Las consecuencias de esa decisión pueden traer peores resultados que el beneficio que creen que han reportado. Piense detenidamente en los efectos que las decisiones van a tener, calcule las consecuencias a nivel de beneficios y perjuicios que reportan.Como dijo un Cardenal español: “cuando quieras que una cosa no se sepa, ni siquiera la pienses”. 

José Mota: Tío la vara

 ¡Poder de la vara!

   No permitamos el trabajo ineficiente ni el mal hecho; reprobemos las malas prácticas y costumbres de nuestros empleados, pero siempre con educación y en privado. Hay gente asentada en la sopa boba o que no tiene intención de esforzarse, expertos en simular ser muy trabajadores que no hacen más que perjudicar a la organización y ser un mal ejemplo. Son los empleados tóxicos.Estemos atentos para evitar esas conductas; una manzana podrida estropea todo el cesto.

 Eres un cansino

 Cansino, en el buen sentido, como sinónimo de ser constante, persistente en nuestros objetivos. No rendirnos a la primera. Si no conseguimos algo al primer intento, o al segundo, no decaigamos en nuestro ánimo por lograrlo, por conseguir nuestra meta. Somos humanos y tenemos derecho a equivocarnos. Cada error nos enseña una manera más de no hacer las cosas. De los errores se aprende.   Constancia, inmunes al desaliento; eso diferencia al hombre/mujer de éxito de la persona avejaruco, que va picoteando por aquí y por allá sin centrarse.    En una ocasión entrevistaban a Thomas Alva Edison y un periodista le dijo que casi fracasa tras sus casi mil intentos fallidos de crear su famosa bombilla, a lo que contestó: “No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla.”O como decía el capitán de la nave Enterprise, de Star Trek: “Adelante”. 

 Ir pa´na es tontería

  Muchas veces nos empeñamos en iniciar un proyecto, del tipo que sea, sin pensar mínimamente en sus posibilidades de éxito. Se nos mete en la cabeza, nos obcecamos con algo, sin mirar previamente que podría resultar imposible o demasiado costoso y sin beneficios si nos fijamos un poco más en detalle. Debemos ser objetivos y calcular previamente con cierta atención la cuestión antes de lanzarnos a lo loco.

Tanta información nos lleva a la desinformación

El domingo 4 de noviembre, el suplemento MERCADOS del diario El Mundo y Emprendedores&Empleo del diario Expansión publicaban el mismo artículo con un título similar aunque con significado totalmente distinto (“ser multitarea te vuelve idiota” y “ser multitarea puede volverte idiota” respectivamente) y que partiendo de un estudio de la Universidad de Londres se hacía eco de los problemas que conlleva el vertiginoso mundo en que vivimos.

Efectivamente, estamos creando una sociedad que pretende evolucionar cada vez más y más deprisa, donde la información constituye el centro de nuestras vidas y no nos damos cuenta de que no estamos preparados para tal vértigo. Hemos creído que podríamos asimilar la ingente cantidad de datos a través de la también cada vez mayor cantidad de tecnología que tenemos a nuestra disposición -correo electrónico, redes sociales, móvil, Twitter,  etc.-, así como mantenernos en permanente contacto con los demás a cualquier hora, y que con ello seríamos más productivos. Y la verdad, como indica el artículo, es que no es así.

Desinformación
Desinformación

Como dice Javier Mateos (Director General de Think & Go) en el artículo, hay tanta información que se convierte en desinformación, pero el problema es que realmente información stricto sensu (con contenido, eficaz, útil) hay poca, pero se repite y desvirtúa mucho, siendo mejor en ocasiones leer un libro sobre un tema concreto y de un autor fiable que buscar en Internet.

A muchos nos pasa que perdemos muchísimo tiempo buscando un dato fiable o que recopilamos tantos documentos para estudiar un tema o realizar una tarea que no llegamos a leerlos ni a saber finalmente que los tenemos en el ordenador. Por otro lado, realmente nuestro cerebro se ve abrumado por la cantidad de cosas que pretendemos hacer al mismo tiempo. No nos damos cuenta que atender una reunión, o hacer un informe a la vez que miramos nuestro correo o respondemos una llamada nos impide centrarnos
en lo realmente importante.

Y el problema es que llegamos a ignorar qué es precisamente lo importante. No sabemos priorizar, y eso es lo que debemos aprender ahora antes que nada, con tanta información como digo, establecer un orden de prelación de las cosas que hemos de hacer. A mi me ha pasado. Enciendo el ordenador para mirar la prensa, mi correo, boletines oficiales… e intento hacer todo eso casi a la vez, dándome incluso cuenta de lo que intento pero no pudiéndolo remediar. A eso hemos llegado, a no saber ordenar las prioridades, a no distinguir lo urgente de lo importante.

Somos adictos a la multitarea, a querer hacer muchas cosas al mismo tiempo porque pensamos vanamente que lograremos más cosas en el mismo tiempo y así, como indican en el artículo, nos movemos pero no avanzamos. David Allen, experto en productividad personal y creador del método Getting Things Done para la administración del tiempo, lo dice muy claro: “debemos hacer una tarea cada vez”.

El profesor Clifford I. Nass indica que “si haces multitarea parece que desarrollas mucho trabajo pero no estás haciendo nada (o casi nada) de él bien”. Dejando a un lado que el estudio de la Universidad de Londres no es tan reciente sino de 2005, e investigando un poco en sus orígenes, descubro que lo dirigió el Dr. Glenn Wilson a iniciativa de los publicistas que trabajaban en Londres para la compañía Hewlett-Packard.

Sobre una muestra de 1.000 personas se les hizo trabajar en situación de tranquilidad y distractora (teléfonos sonando o correos electrónicos llegando) y se descubrió la disminución del cociente intelectual de 143,38 a 132,75 entre la primera situación y la segunda. En los hombres fue mayor la distracción (de 145,50 a 127) que en mujeres (de 141,25 a 138,50). Otra curiosidad del estudio, como podemos apreciar, es que lo hombres obtienen un mejor resultado en situaciones de trabajo tranquilo y las mujeres se adaptan mejor al trabajo con distracciones. Parece que el dicho de que los hombres no sabemos hacer dos cosas a la vez va a ser verdad. Por otro lado se menciona que esa disminución de 10 puntos en el cociente intelectual de media es equivalente a los efectos de una noche sin dormir y que son tres veces mayores que los que produce la marihuana.

Sin embargo, el Dr. Wilson deja claro que la legitimidad de esas comparaciones es dudosa porque por una parte él no realizó el estudio sobre el sueño o la droga y por otro lado los efectos de estas situaciones pueden llegar a ser permanente mientras que los de distraerse en el trabajo no. En cualquier caso, es cierto que resulta imposible pretender concentrarse en varias cosas a la vez.

Un ejemplo muy claro lo tenemos cuando conducimos y hablamos por el móvil, en cuyo caso el cerebro trata de focalizar su atención en una de las tareas porque ambas requieren de gran concentración. Podemos ver sencillamente cómo somos capaces de centrarnos más en una o en otra pero no en ambas con la misma intensidad o sin consecuencias. Así pues, focalicemos nuestras prioridades, planteémonos cada día lo que resulta urgente, importante y no importante, sepamos controlar a los “ladrones del tiempo” y demos a nuestro cerebro un respiro.

¡Suerte con el reto!

Cómo lograr la ineficiencia en la Administración

La Administración pública española no ha gozado históricamente de muy buena reputación. Esto se ha debido, en parte, a las prácticas de algunos de sus miembros y a una serie de defectos en su funcionamiento y organización. Unos problemas que se han llegado a convertir en el imaginario popular, por efecto de la literatura y de la humana costumbre de destacar lo malo sobre lo bueno, por regla general.

Ineficiencia
Ineficiencia

De la burocracia a la Administración eficiente

El concepto burocracia, entendido en su acepción despectiva (y que abunda en el Diccionario de la Real Academia) se ha superado en la Administración de nuestros días, pasando a buscarse la Administración inteligente, proactiva, eficaz y eficiente. En una Administración de calidad y con un objetivo claro de servicio al ciudadano. Atrás quedan en la práctica y en la mayoría de los casos aquellos días en que el ciudadano era un mero administrado sometido a las potestades exorbitantes de la maquinaria burocrática. 

Desde hace años se buscan, por medio de su importación desde el sector privado, técnicas de gestión de recursos humanos y gestión de calidad para lograr una Administración y una función pública mejores. Y precisamente los funcionarios son quienes se encuentran al frente de este intenso cambio pues son el motor, los brazos y músculos de la Administración. 

La eficiencia en el EBEP

La aprobación del Estatuto Básico del Empleado Público en 2007 (actualmente texto refundido del EBEP) reforzó ese cambio, dotando a nuestras Administraciones de mejores recursos para dirigirse hacia esas metas.

Uno de los objetivos de la norma era, precisamente, mejorar la gestión del personal, de los recursos humanos, a través de una mejor planificación, formación continua, etc. Pero sobre todo con la intención de crear una cultura administrativa, en la que los empleados, como en cualquier empresa privada, se sientan parte de la organización, donde se encuentren motivados y se sometan a una continua evaluación del desempeño. Esto lleva a conseguir una mejora constante y una retroalimentación que ayude tanto a las personas como a la Entidad a mejorar día tras día. 

Pero esto, a todas luces positivo para el conjunto de la sociedad, se trastocó a consecuencia de la crisis económica de 2008 y de algunas medidas adoptadas últimamente.
Casi nadie repara en que ya en los años noventa se congeló dos veces el sueldo a los funcionarios y que viene siendo casi habitual que cada año desde los ochenta la subida de sus retribuciones sea inferior al IPC. Si a ello le sumamos la bajada de sueldo y la congelación de estos últimos años el poder adquisitivo de los empleados públicos ha descendido realmente y por regla general alrededor del 45% en los últimos 30 años. 

Planificación eficiente de recursos humanos

Comprendo que un gasto importante en las cuentas de las Administraciones públicas sea el capítulo de personal, pero resulta sangrante que se adopten toda una batería de medidas específicas contra los empleados públicos y no se tenga en cuenta la raíz del problema de dicho gasto: los políticos, sobre todo a nivel autonómico y local. Se ha dicho y quiero insistir en ello, que muchos de esos empleados son eventuales y contratados por cuestiones meramente políticas. Por mucho que se adopten medidas para evitar aumentar el sector público, los malos gestores que aún gobiernan muchas Administraciones, seguirán contratando a los allegados y acólitos a través de las fórmulas más diversas. 

Mientras la Administración pública no esté dirigida por verdaderos gobernantes/gerentes, honrados y que sepan lo que es gestionar para los ciudadanos, no se resolverá el problema. Son ellos los que toman las decisiones y deben llevar a sus Administraciones a ser excelentes, pero la incompetencia y las luchas de poder siguen lastrando el sector público y de este modo no se logrará nunca lo pretendido. 

No se sostienen los argumentos dados para justificar las medidas anti-crisis que afectan a los empleados públicos. Me refiero en concreto a la eliminación de la paga de Navidad y la reducción de los días de asuntos propios (moscosos).
Se argumentó que las medidas pretendían equiparar a los funcionarios con el sector privado, teniendo en cuenta los millones de parados existentes.

Confundir la inamovilidad del funcionario con un privilegio

Se parte de la idea errónea de que la estabilidad en el empleo público es un privilegio del funcionario y que sólo ese elemento ya supone la panacea en un trabajo. Bien es cierto que hoy en día tener un puesto fijo es una gran ventaja con los tiempos que corren. Pero cualquiera que entienda de gestión de recursos humanos sabe que hay muchos más elementos que influyen para que nos sintamos felices, productivos y mejores en nuestro trabajo y evitar el síndrome del quemado, como sufren cada vez más servidores públicos.

La estabilidad en el empleo se debe precisamente a la necesidad de asegurar que la Administración funcione sin estar sometida a los cambios de color político y para asegurar la independencia de los funcionarios. 
Justo al contrario de lo que tradicionalmente vemos en el caso de EE.UU (spoil system) donde cada vez que cambia el partido en el poder miles de funcionarios se van a la calle para que entren otros miles, paralizándose durante meses parte del funcionamiento del sector público.

Llevando a una mayor ineficiencia en la Administración

Pues bien, no se entiende que se pretenda mejorar la eficacia y la eficiencia de la Administración, teniendo a unos empleados motivados y productivos, si a la vez se les vuelve a reducir el sueldo. Y ahora también se reducen los días de libre disposición (se quedan en 3, mientras que por ejemplo  el sector aeropuertos tiene 7, banca  4 o ferrocarriles 5, o los jueces, que mantienen 12 de los 18 que tenían) intentando hacer ver que tales medidas sólo se pueden llevar a cabo respecto al sector público por estar reguladas por un Estatuto (una ley al fin y al cabo).

Las empresas también están en crisis y tenemos un gran problema de competitividad, ¿Qué impediría modificar la legislación laboral (también basada en un Estatuto), eliminar la paga de Navidad y dejar si efectos los convenios colectivos en tal sentido, como se ha hecho con el sector público?¿quizás el poder de los sindicatos a los que pagamos entre todos? El público es el único sector desde ahora con una sola paga extra. ¿Igualdad, dónde?.

El recorte general también es negativo porque no tiene en cuenta ni la situación particular de cada Administración ni supone que el ahorro pretendidamente conseguido se vaya a utilizar para reducir el déficit de cada una de ellas. Qué impide que sigan derrochando en embajadas, subvenciones o gastos superfluos.

Se requieren reformas más profundas

 Si queremos una Administración pública moderna, más barata y que resuelva de manera eficaz y eficiente las demandas de los ciudadanos, las reformas deben partir de una remodelación más profunda de sus estructuras, funcionamiento y quizás de que se exija mayor compromiso de nuestros políticos con aquello que se supone representan; y me atrevería a incluir que la exigencia de mayor formación previa.

El derecho fundamental de participación en los asuntos públicos (sufragio pasivo) no puede estar por encima de la exigencia de los conocimientos, titulación e incluso experiencia para ocupar tanta responsabilidad, como se hace con los empleados públicos y que nadie pone en cuestión. Por qué a estos se les exige un duro proceso selectivo para desempeñar funciones públicas y a nuestros gobernantes, para gestionar dinero, bienes y servicios, educación, seguridad, sanidad, etc., no se le pida absolutamente nada.

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