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Estudios y comentarios sobre la gestión de recursos humanos o de personas, concepto esencial en la mejora de la Administración Pública

Los funcionarios no deberían tener el trabajo asegurado de por vida

Quien lea sobresaltado el título de esta entrada y conozca mínimamente cómo funciona nuestro sistema de empleo público que no se asuste. Como verán, está entrecomillada. Son las declaraciones de Percival Manglano, ex Consejero de Economía y Hacienda de la Comunidad de Madrid entre 2011 y 2012 en una entrevista publicada por Intereconomía.com el 10 de marzo de 2013. El Sr. Manglano ha publicado su libro “Pisando charcos”, en cuyas páginas, entre sus propuestas de reformas que serían necesarias en España, se encuentra la lindeza de poder despedir a los empleados públicos. 

Funcionarios
Funcionarios

Sólo quiero centrarme muy brevemente en estas palabras, que para un profano pudieran parecer lógicas y coherentes con lo que ocurre en la empresa privada, máxime cuando la Administración pública está tratando de acercarse a sus técnicas en la búsqueda de la eficacia y eficiencia, de la mejora de la productividad con ahorro de costes en una palabra, a la hora de ofrecer sus productos y servicios.

Pero lo que parece ignorar el Sr. Manglano es que el actual sistema de “trabajo para toda la vida” no es más que la forma vulgar de denominar a un sistema de carrera instaurado en España y otros muchos países de nuestro entorno para asegurar la independencia de los funcionarios en su labor. 

Spoil system vs inamobilidad

No tenemos más que echar un vistazo al Spoil system estadounidense, por el cual no suele haber trabajo público asegurado y cuando llega un nuevo presidente a la Casa Blanca se produce un ir y venir de cajas de cartón con los enseres personales de decenas de miles de empleados públicos; unos despedidos y otros contentos y agradecidos al nuevo partido en el poder. 

Eso es precisamente lo que trata de evitar el sistema español, no sólo que por los vaivenes políticos se bloquee el normal funcionamiento de la Administración Pública, sino lo que es peor, que bajo la sutil idea de la poca productividad se pueda expulsar a buenos empleados pero que no comulgan con un determinado (o incluso con ningún) color político, o se pretenda “hacer hueco” a los acólitos. El Sr. Manglano habla de mejorar los incentivos de nuestros empleados públicos con el fin de que sean más productivos.

Eso ya lo prevé el EBEP y es el santo grial de cualquier organización, pero al contrario de las privadas, en las públicas prima el interés general, y la imparcialidad  es uno de los mejores medios con los que la ley ha dotado a los funcionarios para garantizarlo. 

En cualquier caso, existen mecanismos ya previstos en nuestras leyes de empleo público para asegurar ese buen hacer, para motivar a los empleados públicos a lograr una Administración mejor, e incluso a sancionarles o expulsarles en casos muy graves; pero la puesta en práctica de esas mejoras, de la modernización administrativa que demanda la sociedad, queda en gran parte en manos de los políticos, que muchas veces están más pendientes de otras cuestiones poco o nada relacionadas con aquel interés general que en desplegar todo lo que permite el EBEP.  

Así pues, no es tanto cuestión de echar a los empleados públicos como de tener unos cargos públicos más dignos de confianza y que trabajen por mejorar la Administración, y sobre todo que tengan un poco de idea sobre los fundamentos de nuestro sistema de empleo público.

Frases de José Mota aplicadas a la eficiencia y los recursos humanos

 Casi siempre de los refranes, chascarrillos y dichos populares podemos sacar importantes enseñanzas, pues como decía mi abuela: “todos los refranes trabajan”. El humorista José Mota, en su programa “La hora de José”, utiliza muchas frases y dichos de nuestra tierra común, la Mancha, que lejos de ser algunas de ellas inventadas para la ocasión, reflejan la idiosincrasia de nuestros mayores y se han utilizado e incluso aún se utilizan hoy en día en nuestros pueblos.  

  Aprovechando el éxito de este programa y la cercanía en el espacio del uso de algunas de estas frases he intentado aplicarlas al objeto de mi estudio sobre la administración y la gestión de recursos humanos, liderazgo, motivación, etc. y por qué no, también en nuestra vida privada.  Desde un punto de vista desenfadado intento aplicar con humor esos dichos y popularizados por Mota a la práctica diaria de nuestras organizaciones. Espero que saquen algo de provecho y se rían un poco. 

 Si de hablar ya hay. Vamos, que se nos va el vino en catas

 No pierdas el tiempo hablando  y actúa, o menos hablar y más actuar. Si bien es necesario crear y planificar proyectos adecuadamente, comunicando, compartiendo ideas, realizando reuniones de equipo, etc. no podemos dedicarnos eternamente a ello. Las reuniones maratonianas, interminables, las que más bien se convierten en ponencias en que uno habla y el resto sólo escucha, no sirven de nada si no se pone en práctica lo aprendido o planeado. Ya vendrá la retroalimentación y la oportunidad de ir mejorando los proyectos, pero hasta que no los pagamos en marcha no conoceremos sus resultados. De hablar, lo justo y necesario. 

 ¿Te has dado cuenta tú también, no?

    Hay personas que hacen cosas arriesgadas, de espaldas a otros o erróneas sin calcular totalmente las consecuencias, o creyendo que el riesgo merece la pena y que nadie se dará cuenta (compañeros, jefes…). Más tarde o más temprano la verdad sale a la luz por una u otra circunstancia. Las consecuencias de esa decisión pueden traer peores resultados que el beneficio que creen que han reportado. Piense detenidamente en los efectos que las decisiones van a tener, calcule las consecuencias a nivel de beneficios y perjuicios que reportan.Como dijo un Cardenal español: “cuando quieras que una cosa no se sepa, ni siquiera la pienses”. 

José Mota: Tío la vara

 ¡Poder de la vara!

   No permitamos el trabajo ineficiente ni el mal hecho; reprobemos las malas prácticas y costumbres de nuestros empleados, pero siempre con educación y en privado. Hay gente asentada en la sopa boba o que no tiene intención de esforzarse, expertos en simular ser muy trabajadores que no hacen más que perjudicar a la organización y ser un mal ejemplo. Son los empleados tóxicos.Estemos atentos para evitar esas conductas; una manzana podrida estropea todo el cesto.

 Eres un cansino

 Cansino, en el buen sentido, como sinónimo de ser constante, persistente en nuestros objetivos. No rendirnos a la primera. Si no conseguimos algo al primer intento, o al segundo, no decaigamos en nuestro ánimo por lograrlo, por conseguir nuestra meta. Somos humanos y tenemos derecho a equivocarnos. Cada error nos enseña una manera más de no hacer las cosas. De los errores se aprende.   Constancia, inmunes al desaliento; eso diferencia al hombre/mujer de éxito de la persona avejaruco, que va picoteando por aquí y por allá sin centrarse.    En una ocasión entrevistaban a Thomas Alva Edison y un periodista le dijo que casi fracasa tras sus casi mil intentos fallidos de crear su famosa bombilla, a lo que contestó: “No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla.”O como decía el capitán de la nave Enterprise, de Star Trek: “Adelante”. 

 Ir pa´na es tontería

  Muchas veces nos empeñamos en iniciar un proyecto, del tipo que sea, sin pensar mínimamente en sus posibilidades de éxito. Se nos mete en la cabeza, nos obcecamos con algo, sin mirar previamente que podría resultar imposible o demasiado costoso y sin beneficios si nos fijamos un poco más en detalle. Debemos ser objetivos y calcular previamente con cierta atención la cuestión antes de lanzarnos a lo loco.

Tanta información nos lleva a la desinformación

El domingo 4 de noviembre, el suplemento MERCADOS del diario El Mundo y Emprendedores&Empleo del diario Expansión publicaban el mismo artículo con un título similar aunque con significado totalmente distinto (“ser multitarea te vuelve idiota” y “ser multitarea puede volverte idiota” respectivamente) y que partiendo de un estudio de la Universidad de Londres se hacía eco de los problemas que conlleva el vertiginoso mundo en que vivimos.

Efectivamente, estamos creando una sociedad que pretende evolucionar cada vez más y más deprisa, donde la información constituye el centro de nuestras vidas y no nos damos cuenta de que no estamos preparados para tal vértigo. Hemos creído que podríamos asimilar la ingente cantidad de datos a través de la también cada vez mayor cantidad de tecnología que tenemos a nuestra disposición -correo electrónico, redes sociales, móvil, Twitter,  etc.-, así como mantenernos en permanente contacto con los demás a cualquier hora, y que con ello seríamos más productivos. Y la verdad, como indica el artículo, es que no es así.

Desinformación
Desinformación

Como dice Javier Mateos (Director General de Think & Go) en el artículo, hay tanta información que se convierte en desinformación, pero el problema es que realmente información stricto sensu (con contenido, eficaz, útil) hay poca, pero se repite y desvirtúa mucho, siendo mejor en ocasiones leer un libro sobre un tema concreto y de un autor fiable que buscar en Internet.

A muchos nos pasa que perdemos muchísimo tiempo buscando un dato fiable o que recopilamos tantos documentos para estudiar un tema o realizar una tarea que no llegamos a leerlos ni a saber finalmente que los tenemos en el ordenador. Por otro lado, realmente nuestro cerebro se ve abrumado por la cantidad de cosas que pretendemos hacer al mismo tiempo. No nos damos cuenta que atender una reunión, o hacer un informe a la vez que miramos nuestro correo o respondemos una llamada nos impide centrarnos
en lo realmente importante.

Y el problema es que llegamos a ignorar qué es precisamente lo importante. No sabemos priorizar, y eso es lo que debemos aprender ahora antes que nada, con tanta información como digo, establecer un orden de prelación de las cosas que hemos de hacer. A mi me ha pasado. Enciendo el ordenador para mirar la prensa, mi correo, boletines oficiales… e intento hacer todo eso casi a la vez, dándome incluso cuenta de lo que intento pero no pudiéndolo remediar. A eso hemos llegado, a no saber ordenar las prioridades, a no distinguir lo urgente de lo importante.

Somos adictos a la multitarea, a querer hacer muchas cosas al mismo tiempo porque pensamos vanamente que lograremos más cosas en el mismo tiempo y así, como indican en el artículo, nos movemos pero no avanzamos. David Allen, experto en productividad personal y creador del método Getting Things Done para la administración del tiempo, lo dice muy claro: “debemos hacer una tarea cada vez”.

El profesor Clifford I. Nass indica que “si haces multitarea parece que desarrollas mucho trabajo pero no estás haciendo nada (o casi nada) de él bien”. Dejando a un lado que el estudio de la Universidad de Londres no es tan reciente sino de 2005, e investigando un poco en sus orígenes, descubro que lo dirigió el Dr. Glenn Wilson a iniciativa de los publicistas que trabajaban en Londres para la compañía Hewlett-Packard.

Sobre una muestra de 1.000 personas se les hizo trabajar en situación de tranquilidad y distractora (teléfonos sonando o correos electrónicos llegando) y se descubrió la disminución del cociente intelectual de 143,38 a 132,75 entre la primera situación y la segunda. En los hombres fue mayor la distracción (de 145,50 a 127) que en mujeres (de 141,25 a 138,50). Otra curiosidad del estudio, como podemos apreciar, es que lo hombres obtienen un mejor resultado en situaciones de trabajo tranquilo y las mujeres se adaptan mejor al trabajo con distracciones. Parece que el dicho de que los hombres no sabemos hacer dos cosas a la vez va a ser verdad. Por otro lado se menciona que esa disminución de 10 puntos en el cociente intelectual de media es equivalente a los efectos de una noche sin dormir y que son tres veces mayores que los que produce la marihuana.

Sin embargo, el Dr. Wilson deja claro que la legitimidad de esas comparaciones es dudosa porque por una parte él no realizó el estudio sobre el sueño o la droga y por otro lado los efectos de estas situaciones pueden llegar a ser permanente mientras que los de distraerse en el trabajo no. En cualquier caso, es cierto que resulta imposible pretender concentrarse en varias cosas a la vez.

Un ejemplo muy claro lo tenemos cuando conducimos y hablamos por el móvil, en cuyo caso el cerebro trata de focalizar su atención en una de las tareas porque ambas requieren de gran concentración. Podemos ver sencillamente cómo somos capaces de centrarnos más en una o en otra pero no en ambas con la misma intensidad o sin consecuencias. Así pues, focalicemos nuestras prioridades, planteémonos cada día lo que resulta urgente, importante y no importante, sepamos controlar a los “ladrones del tiempo” y demos a nuestro cerebro un respiro.

¡Suerte con el reto!