Me ha llamado la atención la expresión “necrofilia administrativa” utilizada por Mª Concepción Campos Acuña en su diagrama de 12 pasos para lograr la Administración electrónica, publicado en la revista El Consultor de los Ayuntamientos nº 24 (de 30-12-2016. pág. 2756).
Bajo esa lacónica pero llamativa sentencia refleja la necesidad de vencer la tradicional, y casi diría que oscura, tendencia de muchos empleados y gestores públicos a escudarse en la fuerza de la costumbre, en lo que viene siendo habitual en la Administración por llevarse realizando durante años, para no avanzar en el camino de la innovación y la mejora continua.
Cierto es que somos animales de costumbre, e incluso que muchos empleados públicos deberían definirse como “de mente cuadriculada”, pero esto no es más que una característica interna de algunas personas que debemos aprender a superar. También es verdad que no nos gusta salir de nuestra zona de confort y nos cuesta aceptar cualquier innovación.
Por eso es necesario que los más “aguerridos” empleados públicos tomen la iniciativa y lideren esa necesaria marcha hacia la mejora de procesos y cambio de cultura administrativa que supone modificar lo que se hace con el fin de innovar, de avanzar. Deben animar al resto de la organización y a sus responsables y convencerles de que es posible cambiar las cosas si queremos dar un servicio de calidad al ciudadano.
Si algo nunca/siempre se ha hecho así es hora de plantearse si no sería necesario cambiar esa situación, optimizarla, porque dada la rapidez con que avanza la sociedad y los cambios a los que las Administraciones Públicas han de enfrentarse lo más seguro es que ese proceso, esos trámites, hayan quedado anticuados. No voy a negar que la gran mayoría de las veces los innovadores, quienes tenemos inquietudes y nos sentimos curiosos y hasta rebeldes con el único propósito de mejorar las cosas, tratamos de bucear en el mar muerto (iba a decir clamar en el desierto, pero esto siempre se ha dicho).
La Perfección absoluta no existe. Por eso existe la mejora continua
Como suelo repetir, la perfección absoluta no existe, por eso está la mejora continua. Esta es la razón por la que debemos ser inconformistas y no dormirnos bajo una autocomplaciente sensación de que tenemos los mejores procesos y sistemas, por muy nuevos que parezcan. Hay que evaluarlos constantemente y pensar una y otra vez en el modo de mejorarlos, de adaptarlos a las necesidades del ciudadano, de nuestras organizaciones y a las posibilidades que nos permite la técnica.
En este sentido casi diría que debemos pensar bajo la premisa de hacer que los procesos nos permitan trabajar lo menos posible. La tecnología aporta grandes oportunidades a nuestro desempeño y seguro que habrá alguna tarea innecesaria, alguna forma de aplicar las TIC para mejorarla, etc. Yo lo he puesto en práctica y la satisfacción por lograr mejores resultados con menos esfuerzo (eficiencia, amigos) es inmensa.
La idea, por tanto, es pensar que en un mundo cambiante y que obliga a la Administración y a los empleados públicos a avanzar tan deprisa, la expresión nunca/siempre se ha hecho así ha perdido la poca justificación que alguna vez haya podido tener.