La historia de la evaluación del desempeño no es tan reciente como pudiéramos pensar, ni mucho menos. Al preguntarnos cuál es el origen de la evaluación del comportamiento humano hay que adelantar que es tan antiguo como la propia historia de la humanidad, con antecedentes que se remontan a la religión, pues tradicionalmente cualquiera de ellas ha evaluado el comportamiento de los fieles con castigos y recompensas [1].
Conozca la historia de la evaluación del desempeño laboral y los curiosos usos que se le han dado a lo largo del tiempo.
Antecedentes de la evaluación del desempeño
Cómo era la evaluación en el pasado. Recordemos las religiones de la antigüedad en tierras como Egipto, Israel o Asia. Antes de morir e incluso inmediatamente después, los fieles debían pasar por un proceso más o menos complejo para que el o los dioses decidieran si eran aptos para ir con ellos al más allá.
Este examen de los actos personales podría definirse como una forma de evaluación de la conducta humana. Se relacionaba con la religión, sí, pero era fiel reflejo de hasta dónde hunde sus raíces esta necesidad humana por comprobar cómo hemos cumplido ciertas obligaciones (religiosas, laborales, educativas, etc.) para saber si merecemos el premio previsto o, por el contrario, imponer un castigo.
Al tratarse de una evaluación de los actos de la persona para saber si merecía pasar al otro lado con sus dioses, el desempeño era también de por vida. La persona debía ser buena en los diferentes ámbitos de su paso por este mundo y el examen era único y con un veredicto irrevocable. Sin duda, un tipo de evaluación del desempeño personal que no quisiéramos ver aplicable en los actuales modelos de rendimiento laboral. No porque no sea necesario evaluar sino más bien por las consecuencias aparejadas.
Quién creó la evaluación del desempeño
Desde un punto de vista más terrenal y algo más reciente, podemos iniciar el repaso a esta evolución del desempeño con CORTÉS CARRERES. El autor recuerda que la historia de la evaluación del desempeño surge inicialmente en China. Así es, en 221-265 a. C. los emperadores de la Dinastía Wei tenían la figura del llamado “valorador imperial”, persona que debía evaluar el rendimiento y la actitud de los miembros de la Corte [2]. Se trataba de un modo de comprobar su rendimiento y de que cumplían fielmente sus altas funciones, evitando desviaciones e ineficiencias.
También se utilizaba para seleccionar a los altos funcionarios del Imperio mediante entrevistas y cuestionarios, de manera similar a como se hace hoy en día. En esa época ya se aplicaba la evaluación del desempeño en China en ámbitos como la educación y el ejército[3].
La evaluación en la Grecia pitagórica
En la Grecia clásica también se realizaba una especie de evaluación. Por ejemplo, Pitágoras evaluaba a los aspirantes a ser alumno de su escuela mediante un curioso sistema de observaciones fisionómicas y conductuales. La conducta laboral es algo que hoy se mide de manera habitual, pero la evaluación de los rasgos físicos de la persona para extraer su carácter nos resulta cuanto menos extraña.
Cómo evaluaban en la Edad Media
Cuando surgieron las primeras Universidades en la Edad Media se plantea la necesidad de evaluar el desempeño académico de los alumnos. Es cuando se comienzan a utilizar los exámenes orales de una forma formalizada. Dichos exámenes tenían carácter público, si bien a ellos solo acudían los alumnos previamente elegidos por sus profesores de entre los más sobresalientes, por lo que la posibilidad de suspender casi no existía.
La evaluación de S. Ignacio de Loyola
Por su parte, CHIAVENATO realiza también una revisión a los antecedentes. En el siglo XVI San Ignacio de Loyola creó un procedimiento formalizado para evaluar a los miembros de la Compañía de Jesús. Para ello utilizaba un sistema que combinaba informes y notas de las actividades y potencial de estos; incluía la autoevaluación de los mismos misioneros de la Compañía, así como evaluaciones de supervisores y de otros jesuitas.
La evaluación del desempeño a partir del siglo XVIII
A partir del siglo XVIII se comienzan a estandarizar los procesos de evaluación en la educación con el aumento de la oferta y demanda de acceso a los sistemas formativos. Aparecen y se popularizan los exámenes. Al ser uno de los primeros usos generalizados de la evaluación, la experiencia y las enseñanzas de la gestión del desempeño escolar y educativo en general, han servido de base a muchas otras áreas. Es en el siglo XIX cuando aparecen los primeros diplomas de graduación de los estudiantes.
El primer sistema documentado en el ámbito laboral lo tenemos en EEUU con Robert Owen, quien creo un sistema de evaluación del desempeño en su fábrica de New Lannark en 1813. Diseñó un modelo evaluador mediante un cubo con distintos colores en cuatro de sus caras. Cada día dejaba el cubo junto al puesto de cada trabajador, para que viera cómo había sido su desempeño el día anterior. Sin embargo, este sistema, denominado silent monitor, fue criticado en su momento al considerarse un procedimiento demasiado personalizado.
Más tarde, en 1842, las oficinas federales del gobierno estadounidense contaban con fichas de valoración que se actualizaban anualmente con datos sobre la actuación de sus empleados. En 1880 el ejército norteamericano crea un sistema de evaluación de sus miembros basado en el antes mencionado, con el objeto de mejorar sus resultados[4].
Por su parte, también en los Estados Unidos, en 1845, Horace Mann comienza a utilizar las primeras técnicas evaluativas de tipo test, tan populares hoy en día.
Historia reciente de la evaluación del desempeño
La evaluación del desempeño como concepto moderno en el ámbito empresarial surge también en EE.UU. En este sentido CHIAVENATO indica que en 1918 General Motors diseña y pone en práctica un sistema de evaluación destinado a comprobar el rendimiento de sus directivos. Tengamos en cuenta que hasta entonces dicho concepto se destinaba casi exclusivamente a comprobar la eficacia de las máquinas en las fábricas y no el desempeño y rendimiento de las personas.
Poco a poco, en la década de 1920-1930, las empresas deciden ir introduciendo procedimientos que les permitan mejorar su rendimiento. Con ello tratan también de relacionar la política de retribuciones con la responsabilidad del puesto de trabajo y las aportaciones de los empleados al éxito de la propia compañía. La retribución se configura así como el único motivador del trabajador[5].
La historia de la evaluación de la intervención administrativa (fuera del ámbito militar) tiene también sus orígenes en Estados Unidos en la década de 1940-1950. TYLER, considerado el padre de la evaluación científica, comienza a acuñar el término evaluación educacional o curricular. Centró su estudio en los objetivos de dicha intervención mediante la aplicación de la experiencia y la psicología conductual para mejorar el sistema educativo norteamericano. En este sentido definió la evaluación como el “proceso para determinar el grado en que los cambios deseados en el comportamiento están teniendo lugar realmente”[6].
La evaluación del desempeño en España
Será a partir de la década de 1980 cuando el concepto se importa a las empresas españolas, que comenzarán a aplicarlo a sus procesos y al personal para mejorar su productividad y competitividad. Con ello trataron de ponerse al nivel de otros países y hacer frente a la crisis y a las exigencias de los nuevos mercados.
La Administración pública no quería quedarse a la zaga debido a su fama de ineficiente y burocrática. En la década de 1990, con la Nueva Gestión Pública y la aparición de las Agencias estatales, se iniciaron algunas prácticas destinadas a mejorar el rendimiento de los empleados públicos. La aparición de la evaluación del desempeño no apareció de manera definitiva y con una regulación general para todo el territorio nacional en 2007 con el Estatuto Básico del Empleado Público.
Lamentablemente, aún no se ha implantado totalmente en nuestras Administraciones; ello a pesar de su importancia en el logro de una mayor eficacia, eficiencia y por tanto, un mejor servicio público.
Ahora que ya conoce la historia de la evaluación del rendimiento laboral le invito a ver las características de la evaluación.
Notas
[1] Ya en el Antiguo Egipto el Libro de los Muertos establecía la evaluación personal de quien acababa de fallecer, de sus actos en vida. El objetivo era para saber si era digno de cruzar el Nilo y entrar en el otro mundo. A su vez, el judaísmo y el cristianismo adoptan sistemas similares para medir si el difunto merece la vida eterna.
[2] CORTÉS CARRERES, J., “La Evaluación del Desempeño en el Estatuto Básico del Empleado Público”, El Consultor de los Ayuntamientos y de los Juzgados, nº 1, 2009, pp. 36-69.
[3] El filósofo chino Sin Yu llegó a criticar el sistema existente de evaluación del desempeño, dividido en nueve grados. Según consideraba “casi nadie es evaluado por sus méritos sino por la simpatía con su jefe”. ¿Le suena? PATTEN, T.H., Pay: Employee compensation and incentive plans, New york, Free Press, 1977. Citado por DUBIN, K.A. y SALVADOR, M., “La institucionalización de la evaluación del desempeño en las Administraciones Públicas: marco analítico y referentes internacionales”, Gómez-Pomar Julio y Allard Gayle, Gestión del desempeño: marco teórico y estado del arte en el sector privado,Madrid, Centro PwC & IE del Sector Público, 2008. p. 64.
[4] CHIAVENATO, I., Administración de recursos humanos, 5ª edic., Santafé de Bogotá, McGraw-Hill, 2000. p. 355.
[5] Op. Cit. p. 355.
[6] Cfr. TYLER, R.W., Basic principles of curriculum and instruction, Chicago, The University of Chicago Press, 1949. TYLER, R.W., Basic principles of curriculum and instruction, Chicago, University Press, 1973. Ralph W. Tyler es considerado el padre de la evaluación en el ámbito educativo gracias a su obra.
La evaluación del desempeño en la gestión del empleo público
Esta entrada es parte de la monografía titulada «Gestión del empleo público: La evaluación del desempeño en la mejora de la eficiencia administrativa«, de Pedro Padilla Ruiz
Muy interesante. Sobre todo porque a nadie le gusta pero las empresas parecen hacer caso omiso
Además, no tiene un fundamento científico.
Por ejemplo: cuánto incide el estilo de conducción en la evaluación de una persona? Imposible de medir.
Saludos cordiales!!
Perdón, quise decir, en el desempeño de una persona?