El uno de abril se celebra el Día Internacional de la diversión en el trabajo. No es que sea una celebración muy conocida pero creo que es una propuesta interesante, impulsada precisamente por la consultora Humor Positivo, que propugna un buen ambiente en los lugares de trabajo para lograr mayor productividad.
A todos nos gusta que exista «buen rollo» a nuestro alrededor, y en el lugar de trabajo no va a ser menos. La denominación del Día Internacional como de la diversión puede dar lugar a equívocos y quizás debieran haberlo llamado del buen humor o del buen ambiente en el trabajo, pero la idea es la misma: crear, fomentar, mantener e impulsar unas relaciones personales entre compañeros que permitan hacer más llevaderas nuestras horas en la empresa.
El buen humor crea buen ambiente y éste mejora la productividad al estar más contentos, lo que repercute positivamente en los resultados e imagen de la empresa, entre otros beneficios. Entre sus efectos destacan el incremento de la motivación, estimula la creatividad y las capacidades del empleado, y es muy bueno para nuestra salud.
Por desgracia, nada de esto se fomenta en nuestras Administraciones Públicas ni en muchas empresas. Da la sensación de que estar con la sonrisa puesta o contar un chascarrillo de vez en cuando nos distrae de nuestras obligaciones y no es ejemplo para la seriedad de nuestro trabajo, pero nada más lejos de la realidad; bastante están pasando los funcionarios (empleados como cualquier otro al fin a al cabo, a pesar de la fama) como para que estén encima de buen humor.
La productividad real ha bajado porque hay mucha desmotivación en la Administración por los recortes salariales y sociales desproporcionados y mal gestionados que hemos sufrido; vemos cada día cómo se van miles de euros en gastos inútiles mientras se les limitan derechos, y para colmo casi no se les permite, ni mucho menos se fomenta, el buen ambiente laboral.
El Estatuto Básico del Empleado Público (EBEP) y otras muchas normas vienen hablando en los últimos años de mejora de la productividad, de la eficacia y eficiencia de nuestras Administraciones, lo cual pasa indefectiblemente por tener empleados más cualificados, formados, y motivados. Pero como digo, no se ponen las medidas necesarias. Salvo quizás en algunas Administraciones grandes y en otros casos puntuales no existen buenos gestores de recursos humanos y mucho menos líderes que sepan crear equipos de trabajo y llevarlos por la senda del éxito.
No debe confundirse contar un chiste o un chascarrillo, o tomarse un descanso de unos pocos minutos cada hora de trabajo, con no rendir. Los psicólogos del trabajo, psiquiatras y otros profesionales saben que estas pequeñas pausas, estas relaciones sociales dentro del puesto de trabajo mejoran la productividad y en absoluto deben considerarse como conductas contraproductivas en el tradicional sentido que se da en materia de evaluación del desempeño, por ejemplo.
Los políticos no están preparados para los retos que exige nuestra sociedad cuando son ellos quienes deben impulsarlos, y mantener un buen ambiente y a unos empleados públicos lo más contentos y motivados posible, dentro de las actuales circunstancias, es una necesidad perentoria si de avanzar en aquellos y ofrecer mejores servicios a menor coste estamos hablando.
Las Administraciones -y muchas empresas- han de ser conscientes, poner en práctica, impulsar y permitir la creación y mantenimiento de buen ambiente y del humor en el trabajo. Es muy barato y los resultados se notan enseguida.
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