Archivo de la categoría: Gestión de personas

Estudios y comentarios sobre la gestión de recursos humanos o de personas, concepto esencial en la mejora de la Administración Pública

Mérito y capacidad: esenciales para el éxito de nuestras organizaciones

Los pasados días 24 al 26 de octubre tuve el honor de ser invitado por la Universidad de la Laguna a las XXXVI Jornadas de Gerencia universitaria de CRUE (Asociación de Universidades españolas).  En esta edición 2018 se centraba en los principales retos que afrontan nuestras Universidades de cara a un futuro que -como reza el tópico- ya está aquí, bajo el título “La adaptación y gestión del cambio en el proceso de transformación universitaria“.

   En particular, y por lo que respecta al apartado de gestión de personas, que también tuvo cabida como elemento esencial en el funcionamiento y éxito de cualquier organización (pública o privada), participé en la mesa redonda titulada “Afrontar la transformación ¿es posible con los actuales sistemas de captación y organización de recursos humanos?”, junto con Lucía Escapa, del INAP; el Profesor Jorge Crespo, de la Universidad Complutense y compañero del Instituto Complutense de Ciencia de la Administración; el Doctor Juan José Rodríguez, Jefe de Servicio de Defensa Jurídica del Cabildo Insular de La Palma, y Manuel Antonio Gahete, consultor Talent en Cegos España. La mesa estuvo moderada por Óscar Miralles, de Cegos Talent.

Mérito y capacidad en el acceso al empleo público

Mi ponencia trató sobre “Mérito y capacidad en el acceso al empleo público“, cuestión tan importante como muchas veces infravalorada, pues constituye la puerta de entrada del talento (véase, capital humano) a cualquier organización, teniendo en cuenta que de la forma de seleccionar y del perfil que se busque y -finalmente- se seleccione, dependerá en gran medida el éxito de la ejecución en el puesto de trabajo y la productividad personal y organizativa.

Quise dejar claro que la conocida sigla S.P. (Servicio Público) puede entenderse también, desde el punto de vista de lo que constituye el núcleo esencial de cualquier organización pública (y privada) como Servicios y Personas, esto es, lo que ofrecemos (productos o servicios en general) y quiénes hacen funcionar las organizaciones por ser su verdadero cerebro y músculo. Sin las personas, por muy buen producto que se tenga en el mercado, no es posible alcanzar el éxito.

Partiendo de esta idea, y a pesar del escaso tiempo con el que contábamos, mi intención fue destacar la necesidad de cambiar el paradigma de los procesos selectivos, recordando lo que tantos expertos ya están indicando, que debemos pasar de un modelo netamente memorístico a uno que tenga más presente las competencias (conocimientos, habilidades, actitudes), que parta de una definición exacta del puesto de trabajo y que adecúe los procesos y pruebas selectivas para captar a los mejores.

Más y mejores profesionales en selección de personas

En este sentido, también mencioné la necesidad de contar con profesionales de la selección, que las Administraciones se impliquen más en la necesidad de disponer de tribunales profesionalizados, y de que se aprovechen las TIC y los más que probados modelos de selección de la empresa privada, como la entrevista conductual estructurada, esencial para conocer las capacidades del candidato, los test psicométricos o las simulaciones (como la gamificación).

La idea que quise -y quiero- transmitir es que aprendamos de otros, que innovemos y que seamos conscientes de que el verdadero primer reto de nuestras organizaciones para alcanzar el éxito en su misión (además de tener una misión clara) es contar con los mejores. Es necesario captar y retener el talento necesario para afrontar los retos y los problemas que la sociedad del siglo XXI imponen. Este es, sin duda, otro gran reto interno que habrá que comprender y llevar a cabo.

Todo ello para superar esa barrera actualmente existente, creada por décadas de aplicación de sistemas ya obsoletos de reclutamiento y selección, y convertida en una zona de confort administrativo que se viene criticando desde hace tiempo pero aún cuesta romper.

La presentación de la ponencia sobre mérito y capacidad la pueden descargar aquí.

Ponencia sobre mérito y capacidad

Ponencia sobrem mérito y capacidad en el acceso al empleo público

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Reflexiones tras el XXII Congreso Internacional del CLAD

Durante los días 15, 16 y 17 de noviembre tuve la oportunidad de asistir al XXII Congreso del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD), organización pública internacional cuya misión es “promover el análisis y el intercambio de experiencias y conocimientos en torno a la reforma del Estado y la modernización de la Administración Pública”.

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cómo desmotivar en las organizaciones

    Los lamentables acontecimientos que estamos viviendo en España en los últimos meses y semanas por la acción de unos y la inacción de otros, cuyo colofón hasta el momento de escribir estas líneas ha sido la declaración de independencia y su suspensión ocho segundos después (lo que he denominado Independentia interruptus y que ha provocado la decepción de los secesionistas) me ha llevado, salvando las distancias, a pensar en lo que ocurre en muchas organizaciones, incluidas las Administraciones Públicas, en relación a las expectativas que se pueden generar en los empleados y que finalmente no se ven satisfechas, generando una gran desmotivación que va minando la confianza, la cultura administrativa y la productividad.
   
   El tema también me viene de perlas porque estoy finalizando un curso de IESE Business School sobre gestión de personas en las organizaciones privadas en el que se trata el tema y las graves consecuencias que tiene sobre el talento humano y que suele acarrear una desafección o desconexión con relación a los valores de la empresa, menor rendimiento, y en el peor de los casos la marcha de la persona a la competencia. 
 El tema suele darse fundamentalmente en los procesos de selección y contratación y a la hora de promocionar, pero también se produce cuando se inicia un nuevo proyecto, una innovación, un programa y en definitiva, cuando se genera la esperanza de mejorar algún aspecto profesional y/o personal en el entorno laboral y luego no se cumple o se hace parcialmente. En tales casos la desconfianza hacia la organización y sus mandos es clara.
   
  En el sector público también trabajamos personas (aunque algunas no lo parezcan) y somos vulnerables a los mismos o muy parecidos efectos de esa creación y destrucción de expectativas. En cuanto a la selección/contratación creo que la Administración, por su modo de captar a su personal, es algo más inmune a esta cuestión. Los procesos selectivos tratan de ser objetivos, con pruebas en su mayoría escritas, y donde se ofrece poca información sobre la propia organización, su cultura, valores, visión, etc. El funcionamiento procedimentalizado y sujeto a normas impide, en cierta medida, ofrecer y obtener una idea más amplia del entorno y condiciones de trabajo más allá del salario. Lo que se ofrece viene establecido en las normas y permite flexibilidad, y menos aún margen de negociación.
 
    La Administración es aún muy opaca en este sentido. Las entrevistas de trabajo se centran básicamente en preguntar al candidato pero no le aportan la información que le permita hacerse una idea más cabal del entorno al que aspira, Y por parte de estos, centran sus esfuerzos en lograr un empleo más o menos seguro sin importarles dónde se meten. Se autogeneran unas expectativas de un trabajo para toda la vida en muchos casos, pero no tienen presente que el dinero no lo es todo; el salario no es el principal motivador, ya lo sabemos; hay otros muchos aspectos como los mencionados (los motivadores internos), que si no se cuidan por la organización producirán decepción, desmotivación, lo que llevará a bajar el rendimiento y la implicación con aquella, que ofrecerá un peor servicio público.
 
   

En cuanto a la promoción ocurre otro tanto. Se trata de un factor de motivación muy destacado, y si el empleado cree que si con su esfuerzo y desempeño, al cabo de un tiempo va a ser promocionado pero finalmente esto no ocurre porque no se oferten plazas o por cualquier otra circunstancia, nos encontraremos con los mismos efectos adversos meritados: expectativas defraudadas y peor servicio público.

    Para terminar, quizás el caso más habitual de desmotivación por promesas o esperanzas no cumplidas sea el más cotidiano de la participación en proyectos o la futura adquisición de algún tipo de beneficio que al final no se da. 
 
    En todos estos casos la conclusión a la que debemos llegar es que la Administración, al igual que las organizaciones privadas, debe cuidar a sus empleados, pensar en ellos y respetarles, tenerles en cuenta y por ello ha de tener también presente sus aspiraciones y motivaciones; y sobre todo cuidar mucho la comunicación interna y cumplir lo que se promete. Para ello sería necesario disponer de una misión, visión y valores claros y públicos, unas políticas de gestión de personas y carrera creíbles y realizables, generar una cultura administrativa basada en la confianza (que hay que ganarse) o incluso unos protocolos de gestión de programas y proyectos atinentes a las personas bien estructurados que permitan su planificación, ejecución y mejora con visos de cumplimiento de objetivos
 
   Todo esto hará ganar respeto a la organización como tal y evitará que una mala gestión interna provoque un desastre.